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Cuando lo artificial y lo natural se convierten en el “phylum” maquínico

Extrañas simetrías más allá de la brecha natural/artificial

Las teorías de Vida Artificial fuertes entienden las máquinas no como medios para simular la vida, sino para realizarla a base de instanciar y actualizar sus principios fundamentales sobre cualquier otro soporte o sustrato material. En consecuencia, estas máquinas se puede decir que habitan, o “viven”, en un reino extraño, infundido de una nueva vida, donde la biosfera y los artefactos del mundo humano se tocan y pasan de uno a otro a la otra, constituyen en realidad “phylum”. El aumento del número y variedad de las formas de vida maquínica sugiere, además, que este nuevo reino se está expandiendo de manera sostenida y que estamos al principio de una nueva era en la que la naturaleza y la tecnología no van a seguir estando en oposición directa. John Johnston, “The Allure of Machinic Life”.

Sigo intentando estar al día de los últimos desarrollos en  la aplicación de la biomimética a la robótica y la inteligencia artificial. Para ello, también tengo que volver de vez en cuanto a textos y  referencias sobre la robótica de inspiración biológica, la robótica de inspiración biológica y otros temas relacionados, tales como el uso de células vivas para llevar a cabo las tareas programadas de computación.

Stelarc

(Sobre el trabajo de Stelarc, ver más aquí)

Unas y otras relectures me hicieron volver a los clásicos y desenterran una vieja caracterización de “techné”:

Techné, o techné, a diferencia de la episteme, deriva etimológicamente de la palabra griega τέχνη (en griego antiguo: [tek ʰ nɛ ː]), que se traduce a menudo como la artesanía o el arte. Es el método racional al que se recurre en la producción de un objeto o para alcanzar una meta u objetivo. Techne se asemeja a la episteme en que implica el conocimiento de ciertos principios. Ahora bien techne se diferencia en que su intención es hacer o fabricar, en oposición a la  “comprensión desinteresada”.

(De  la Wikipedia)

Mencionemos de pasada que un robot inteligente podría no encajar con esta definición de techné, ya que puede mostrar un cierto nivel de autonomía respecto a su creador. Necesitaría él mismo aplicar la techné para alcanzar sus propios objetivos.  Mantengamos la definición, pues, como referencia para ver lo de ubicar lo que está sucediendo ahora.

Por un lado, estamos transformando nuestro concepto de materia viva, así como su propia realidad de manera que comparte características anteriormente reservadas a los objetos técnicos. “Programamos” la materia. En su acepción más simple, programar  es reducir el conjunto de normas que permiten autonomía del objeto al  las que haya decidido el programador, con lo cual parece que reducimos el campo de la autonomía de lo vivo. Por otro lado, nos esforzamos en infundir en los objetos tecnológicos no sólo los procedimientos y estrategias de adaptación de los organismos vivos, sino también la autonomía que antes sólo se había observado en los organismos vivos.

El objeto técnico se hace tan autónomo como la materia viva y los se programan los organismos vivos como lo hacíamos antes con nuestros objetos técnicos.

 Simetría interesante. Lo que puede decir acerca de nosotros mismos, es algo que vale la pena explorar.

Ramon Sangüesa

Desde la tecnología me interesé por la innovación social y la creatividad. Me apasiona lo que aún no es pero podría llegar a ser en arte, ciencia, tecnología, diseño.

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